22 noviembre, 2013

La sagrada huaca de Tambomachay

Como narra el funcionario virreinal español Juan Polo de Ondegardo y Zárate en su libro Tratado y averiguación sobre los errores y supersticiones de los indios (1559), “la ciudad del Cusco era casa y morada de los dioses. Y así, no había en toda ella ni fuente, ni pozo, ni pared, que no decían tenía misterio”. Y de los cerca de 350 adoratorios que circundaban el Cusco, noventa y dos de ellos correspondían a manantiales y fuentes de agua, entre ellos “Quinua Puquio” (manantial de la quinua), hoy conocido como Tambomachay (del quechua “tanpu mach’ay”, lugar de descanso), construcción cuya razón de ser fue el agua como elemento de vida y culto.

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El complejo arqueológico, que se conoce también como los Baños del Inca, se ubica sobre el río Tambomachay y el padre jesuita Bernabé Cobo lo identifica dentro del primer seq’e (ceque) de los nueve que tenía el camino al Antisuyo. Cobo, en su obra “Historia del Nuevo Mundo” define los ceques como líneas que, partiendo del Coricancha –el Templo del Sol-, servían para organizar los santuarios o huacas de los alrededores del Cusco, constituyendo un complejo sistema espacial-religioso, que otorgaba a la capital del Tahuantinsuyo un carácter eminentemente sagrado.

 

Según el mismo Cobo, Tambomachay era la novena huaca del ceque Collana y “era una casa de Inca Yupanqui, donde se hospedaba cuando iba de caza. Estaba puesta en un cerro cerca del camino de los Andes. Sacrificábanle de todo, excepto niños”. Define el lugar como un “fontezuela” que se componía de dos manantiales.

 

Fuera del carácter sagrado de Tambomachay, sorprende también el manejo arquitectónico del complejo completamente adaptado al paisaje natural, en el que los incas demuestran su dominio de la ingeniería hidráulica con un manejo meticuloso de este manantial subterráneo, haciendo fluir por los distintos acueductos un flujo constante y controlado del agua.

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Tambomachay se encuentra a solo 7 km del centro del Cusco, frente a las ruinas de Puka Pukara. Es un excelente punto de partida para visitar los demás complejos arqueológicos de la zona como el Templo de la Luna y Qenco, que se pueden visitar también a caballo. No deje de visitarlos.