10 octubre, 2016

Taquile milenario

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Flotando en la inmensidad del Lago Titicaca, a tres horas navegando desde Puno, se encuentra Taquile, una pequeña isla habitada por una ancestral comunidad quechua, que ha mantenido intactas sus costumbres y tradicional forma de organización social -que es incluso anterior a los Incas- donde prima la vida en comunidad y la toma colectiva de decisiones. Desde aquí se domina una vista espectacular, y es posible apreciar la vastedad del lago y, a la distancia, la nevada Cordillera Real en Bolivia.

 

Uno de los principales atractivos del lugar es que los habitantes de Taquile son poseedores de una tradición tejedora que se remonta a las antiguas civilizaciones Colla, Pucara e Inca, y aún utilizan técnicas ancestrales para elaborar sus tejidos que son considerados entre los más finos del mundo, razón por la que la UNESCO las denominó «obras maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”.

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Y, como no podía ser de otra forma en una comunidad que destaca por sus bellos telares, los taquileños tienen una muy peculiar forma de vestir, donde los hombres llevan pantalones negros, camisa blanca y una chaqueta corta, cuya forma y color determina el rol de cada uno en la comunidad. Igualmente la forma de usar el chullo diferencia a los casados de los solteros así como de aquellos en búsqueda de pareja. Las mujeres visten con blusa roja y faldas multicolores que cubren con una falda negra, mientras protegen su cara del fuerte sol con un sombrero típico del lugar.

 

Los taquileños también son conocidos por el innovador modelo de turismo implementado por la comunidad desde los años setenta, ofreciendo a los turistas hospedarse en sus casas y compartir con las familias las actividades de su vida diaria, entres las que se incluyen además del tejido -en el que toda la comunidad participa- la crianza de carneros, ovejas, cuyes, la pesca en el lago Titicaca, y los cultivos de papa.

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En Taquile se tienen dos temporadas, la de lluvias y la seca, siendo en ambas los días cálidos y las noches frías, por lo que es recomendable ir preparados. La experiencia es inolvidable.